miércoles, 25 de septiembre de 2013

Fra Angelico, Le feu de la foi, Jaqueline Guillaud y Maurice Guillaud Francia: Guillaud Editions (1989)





Fra Angelico, Le feu de la foi 
Jaqueline Guillaud y Maurice Guillaud 
Francia: Guillaud Editions (1989)

Tapa dura y cubierta ilustrada color editorial
Lomo duro, cosido y encolado y forrado con guardas 
completamente ilustrado en negro y en color
Tamaño cuartilla

He iluminado la página izquierda para que puedas recrearte en la magia de impreso y su textura. Cuando la imaginación no tiene limites, aparece una cuidadísima y verdadera rareza en el libro-objeto, de gran valor artístico y bibliográfico: Fra Angelico, Le feu de la foi (1989), a cargo del método tradicional de Jaqueline Guillaud y Maurice Guillaud. Guillaud Editions ponen toda su experiencia en la encuadernación de lomo duro, con el pliego cosido y encolado y con unas guardas bien armadas), la estucaría y carpetearía esforzándose en ofrecer el mejor resultado. La cubierta está confeccionada, tal como se venía haciendo desde el siglo XVI, es decir, por un cartoncillo multicapa de cuatro décimas de grosor, forrado con una familia de materiales celulósicos naturales, gofrado en un gramaje de 115 gramos y con un acabado iridiscente.

En la actualidad, la portada queda protegida por un peliculado, evitando los barnices de aceite de linaza, de excelente brillo, pero con tendencia a amarillear, a diferencia de entonces, donde, en los procesos de impresión se necesitaba aplicar un barniz de sobreimpresión que, iba casado con el mismo registro manual que el resto de las tintas. El plastificado es uno de los acabados que menos ha variado y evolucionado con el paso de los años: mate o brillante. El impreso emula las propiedades de la pintura mural al fresco, un milagro de la química, cuando colores quedan "apresados" en la superficie de la cal. El nombre de papeles que hay actualmente en el mercado es muy elevado, sin embargo, en este caso partimos de la artesanía manual: un papel bíblia muy fino, de menos de 50 gramos. Son conocidos también como papeles cepillados (una operación antigua que actualmente ya no se practica) porque, muchas veces, eran cepillados después de calandrarlos para aumentar la microporosidad del papel y el secado de las tintas. Con este material, libres de ácido (agente que agiliza el amarilleo y el craquelado de la solidez de la tinta cuando seca por oxidación) los retoques para reventar el punto de trama y aberración de croma son infinitos: menos diafragma, control de presión, un control de la emulsión (agua-tinta).

El espectro del CMYK y su evolución, la impresión Hi-Fi, que consiste básicamente en la incorporación de dos primarios más (verde G y naranja YR9 a los primarios CMYK), es uno muy diferente al que podamos encontrar en una pantalla. Hay que corregir la diferencia colorimétrica entre pantalla (luz) y impresión (papel). En nuestro caso, cuando uno trabajaba con papeles muy especiales, con un blanco muy diferente, con una absorción muy particular. Así pues, si teníamos que retocar alguna imagen era bueno saber separar los canales y trabajarlos por separado. La respuesta al secreto de la magia de estos papeles artesanales, a diferencia de la tóxica industria papelera actual ( sistemas corrientes como el size-press o los papeles de coste elevado con los sistemas gate-roll, bill blade o tipos de papel como LWC…) reside en el secado: una vez el papel sale de la zona de de prensa, sólo se puede eliminar el agua residual con el calor. Esta operación se realiza en la sección denominada "secador"; compuesta por primer y segundo secador. Se trata de un sistema para dar un tratamiento superficial al papel. En cada una de estas baterías se aplica calor al papel a través de unos cilindros de metro y medio de diámetro, la superficie de las cuales se calienta con vapor. La temperatura de los diferentes secadores no es la misma, sino que sigue una cierta curva, comienza a unos 70 grados y llega a una temperatura máxima de 120 a 130 grados. Una de las características diferenciadoras entre imprentas es la habilidad de trabajar con los soportes y tintas.

Muchas veces nos encontramos que los tonos viran con la exposición a la luz o sólo con el secaje y al final tenemos una impresión un poco alejada a lo que queríamos. Así que lo mejor es prepararlo el día antes y ver que pasa. También nos encontramos con esas tintas planas muy "blancas" con lo que nos obliga a trabajar con lacas y blancos cubrientes o incluso barnices teñidos para conseguirlos. El momento del libro físico es durísimo, sobre todo para las librerías, que son las primeras expuestas al maremoto de la crisis. Notamos la angustia de los libreros, que hacen cosas que nunca habían hecho, porque no pueden perder ni una sola venta. Los problemas son para todos. Los grandes grupos los llevan peor que las pequeñas editoriales y tensionan la creación del libro en físico. Es la ley de los tiempos . El momento de este libro es crucial. Si se pudiera editar en ambos formatos sería perfecto pero, en un panorama de crisis como el actual, no se nos puede pedir que hagamos una labor y que, además de dejarse la vida en ello, acabe aparcado todo el trabajo realizado. No está la cosa para ir de héroes. Hay que ser sensatos. Tal vez, si el libro está bien y suscita interés, se puede editar en papel el cabo de un tiempo. Tal vez, cuando ya podamos hacerlo en papel, ni siquiera es necesario porque la edición digital es suficiente. Nuestro trabajo reside en dedicarnos a hacer un buen trabajo y el resto nos lo irá indicando el propio curso de las cosas.